Desde la hora de mi niñez nunca fui
como los otros eran, nunca vi
como los otros veían, jamás pude extraer
mis pasiones de un manantial común
ni obtener de sus mismas fuentes
mi tristeza, nunca pude despertar
mi corazón a la alegría en su mismo tono,
y todo lo que amé lo amé solo.
Entonces, en mi niñez, en el amanecer
de una tormentosa vida, surgió,
del fondo de cada dicha y pesar,
el misterio que aún me tiene atado:
del torrente y el manantial,
del rojo acantilado de la montaña,
del sol que sobre mí rodó
en su otoñal tinte de oro,
del relámpago en el cielo
al pasarme volando a un lado,
del trueno y la tormenta,
y de la nube que tomó la forma,
cuando el resto del cielo estaba azul,
de un demonio en mi visión.
Traducción de E. Ehrendost.
Disponible en Editorial Alastor:
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