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Mathilde Wesendonck - Aflicciones



Sol, tú lloras todas las noches,
hasta que tus ojos enrojecen,
cuando, bañándote en el espejo del mar,
te abate prematura muerte.

Pero con tu antiguo esplendor,
gloria de este oscuro mundo,
regresas nuevamente con la aurora,
cual victorioso héroe lleno de orgullo.

¡Ah!, ¿por qué, pues, debería lamentarme,
por qué, corazón, deberías languidecer,
si hasta el sol mismo debe desesperar,
si hasta el sol mismo debe desaparecer?

Y dado que la muerte precede a la vida,
y que la alegría sucede a los dolores,
¡oh, cómo te agradezco, Naturaleza,
que me proporciones tales aflicciones!


Traducción de E. Ehrendost.